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    #126 Modelos Mentales 16: Agentes inmobiliarios, Tyson y hacer la cobra

    esApril 05, 2022
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    (NOTAS COMPLETAS DEL CAPÍTULO AQUÍ: https://www.jaimerodriguezdesantiago.com/kaizen/126-modelos-mentales-16-agentes-inmobiliarios-tyson-y-hacer-la-cobra/)

    Acabamos el último capítulo de modelos mentales con unas preguntas un poco abiertas: ¿cuándo crees que tienes más probabilidades de tener un accidente en bicicleta: cuando llevas casco o cuando no lo llevas? ¿Quién va a tomar más riesgos gestionando tu dinero: tú o un gestor profesional externo? 

    Decíamos entonces que el tema de los riesgos - y los incentivos - es apasionante y está lleno de ejemplos y de modelos mentales. Tantos, que seguiríamos con ellos en la siguiente entrega.  Y ese día, por fin, ha llegado

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    Recent Episodes from kaizen con Jaime Rodríguez de Santiago

    #190 Guerreros de la roca

    #190 Guerreros de la roca

    (NOTAS Y ENLACES DEL CAPÍTULO AQUÍ: https://www.jaimerodriguezdesantiago.com/kaizen/190-guerreros-de-la-roca/)

    «La mentalidad de una persona común contiene un porcentaje enorme de inconsciencia. Somos prisioneros de la costumbre y ni siquiera lo sabemos. 

    Una persona corriente tiene aproximadamente sesentamil pensamientos diarios, y la mayoría de ellos son los mismos todos los días. La tarea del guerrero es liberar la mente consciente de estos pensamientos repetidos, para así dirigir la atención de forma deliberada y responder de manera espontánea y no habitual a situaciones de riesgo. La plena atención y la espontaneidad son las claves para obtener poder, y el primer paso para mejorar estas cualidades es alumbrar la penumbra del reino de nuestro inconsciente» — Arno Ilgner

    ¡Toma ya! Unos cuantos capítulos atrás te hablé del miedo a través de los aprendizajes de Alex Honnold, un escalador al que cariñosamente llamé hombre-cabra, un poco por la combinación entre su capacidad para trepar y las cosas que se le ocurría hacer. El ser y el estar a veces se diferencian poco. Hace más tiempo aún, en el capítulo 154, te hablé de nuestro diálogo interior. Es decir, de cómo según nos hablemos a nosotros mismos, cambia nuestra manera de ver el mundo y nuestro rendimiento. Y en ambos capítulos mencioné de pasada un libro, el mismo del que te he leído un párrafo al principio: The Rock Warriors Way, que en España se llamó, Guerreros de la Roca, de Arno Ilgner.  Que, por cierto, la edición que tengo yo en castellano, que te dejo enlazada en las notas, está repleta de fotos alucinantes de escalada. 

    Y por si no te había quedado claro con el párrafo que te he leído antes, te diré que es un libro bastante peculiar. Se publicó por primera vez en 2003, pero el lenguaje que usa a mí me suena a veces a ese batiburrillo de ideas pseudocientíficas y esotéricas que fue la cultura New Age de los 70. O al menos eso creo, porque yo no la viví. En cualquier caso, a lo que iba es que el lenguaje que usa es extraño y puede generar algo de rechazo. A mí me lo generó al principio, desde luego. Y además, tampoco aconsejaría a nadie tomárselo muy al pie de la letra, no creo que tenga una base científica muy sólida. Pero, dicho todo esto, creo que es exactamente lo que promete ser: un manual de entrenamiento mental. Dirigido a escaladores, sí, pero con un montón de lecciones que nos pueden ser útiles a todos. O eso espero, porque es precisamente de lo que vamos a hablar en el capítulo de hoy.

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    Q&A09 - Ejercicio físico, espiritualidad, consciencia, sensaciones, libre albedrío, igualdad, patrocinios y cambios de perspectiva

    Q&A09 - Ejercicio físico, espiritualidad, consciencia, sensaciones, libre albedrío, igualdad, patrocinios y cambios de perspectiva

    (NOTAS Y ENLACES DEL CAPÍTULO AQUÍ: https://www.jaimerodriguezdesantiago.com/kaizen/qampa09-ejercicio-fisico-espiritualidad-consciencia-sensaciones-libre-albedrio-igualdad-patrocinios-y-cambios-de-perspectiva/)

    Decía en el último preguntas y respuesta que aún tenía unas cuantas acumuladas y que repetiríamos pronto para solucionarlo. Pues bien, estamos repitiendo, pero no solucionándolo del todo, porque han llegado más, que ya responderemos en algún momento. 

    En el capítulo, como siempre hay una mezcla curiosa de temas, aunque hay uno que predomina sobre el resto: la consciencia. Luego nos dolerá la cabeza a todos, parece que no aprendemos. 

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    #189 Los hilos rojos del destino: sincronicidad y serendipia

    #189 Los hilos rojos del destino: sincronicidad y serendipia

    (NOTAS Y ENLACES DEL CAPÍTULO AQUÍ: https://www.jaimerodriguezdesantiago.com/kaizen/189-los-hilos-rojos-del-destino-i-sincronicidad-y-serendipia/)

    En 1914 una madre alemana fotografió a su bebé y llevó la placa a revelar a una tienda de Estrasburgo pocos días antes de que estallara la Primera Guerra Mundial. Por esa desagradable manía que tienen las guerras de interrumpir la vida de las personas, le fue imposible recoger la fotografía.

    Dos años después esa misma mujer compró otra placa en Munich para fotografiar a su otra hija, recién nacida. Esta sí pudo revelarla y al hacerlo se encontró una sorpresa: había una doble exposición. Es decir, aquella placa ya se había usado antes, por lo que había dos fotografías superpuestas. Una, la de su hija recién nacida. Y la otra, aquella foto que ella misma tomó dos años antes a su bebé. Por alguna casualidad cósmica, esa placa nunca llegó a revelarse, viajó los 165 kilómetros que separaban Estrasburgo de Munich y acabó siendo vendida, como si fuera nueva, a la misma mujer. 

    Ésta y otras historias de casualidades increíbles fueron recopiladas por el escritor Wilhelm von Scholz en un libro cuyo título en alemán bien podría provocarme un esguince de lengua así que lo diré en castellano: «Casualidad y destino. Miradas tras el telón de la vida»

    Según tengo entendido, porque te confesaré que no lo he leído, en él dice algo así como que esas casualidades hacen que la vida parezca «El sueño de una conciencia mayor y más completa, que es incognoscible». Cómo odio esa palabra y la de veces que ha salido esta temporada.

    Carl Jung, uno de los pioneros de la psicología, en general, y del psicoanálisis en particular —y dejaremos que cada cual considere si eso es bueno o malo— sentía fascinación por esas casualidades tan extraordinarias que parece imposible que sean simples coincidencias. Y de hecho las estudió a fondo, mientras profundizaba en su idea del inconsciente colectivo, algo así como las estructuras inconscientes que compartimos todos. Según él, nuestro inconsciente colectivo está poblado de instintos y arquetipos, de ideas universales que llevamos preinstaladas. Por ejemplo, las figuras paterna y materna, con un montón de atributos asociados. 

    Bueno, pues mientras pensaba en estas cosas, Jung dijo haberse encontrado con sorprendentes conexiones que la racionalidad científica no era capaz de explicar. En sus propias palabras: 

    «Lo que encontré fueron “coincidencias” que estaban conectadas de manera tan significativa que su concurrencia “casual” representaría tal grado de improbabilidad que tendría que expresarse (estadísticamente) mediante una cifra astronómica» - Jung

    Olé. Y se quedó tan ancho.

    Jung hizo buenas migas con Wolfgang Pauli, un físico brillante, que desde muy joven llamó la atención de Einstein y que acabaría recibiendo el Premio Nobel en 1945 y siendo considerado uno de los padres de la mecánica cuántica. 

    Aquella amistad fue cuanto menos peculiar. Pauli llegó a Jung como paciente, en un momento especialmente turbulento de su vida. Su madre se había suicidado, tras descubrir que su padre le había sido infiel. Y al poco tiempo, éste se casó  con una mujer mucho más joven, de la edad del propio Pauli, que no llegaba aún a los 30. En paralelo, el matrimonio de Pauli con una cabaretera a la que había propuesto casarse al poco de conocerse, y mientras ella salía con un químico, tampoco iba muy bien. Más que nada, porque, pese a aceptar, ella siguió mucho más interesada en el químico que en él. No duraron ni un año casados y Pauli acabó dándose al alcohol y al tabaco compulsivamente. Hasta que su padre le convenció de que contactara con Jung. 

    Durante años, primero con otra terapeuta y después con el propio Jung, Pauli registró sus sueños, algo que estaba muy de moda. Al parecer, tenía una enorme capacidad para recordarlos y llegó a escribir más de 1.000. Pauli tenía todo tipo de sueños a los que trataba de dar significado con la ayuda de Jung, mientras que éste iba poco a poco derivando hacia ideas cada vez más esotéricas apoyándose sobre sus interpretaciones de las teorías físicas del propio Pauli.

    Por ejemplo, en una ocasión, Pauli escribió a Jung contándole un sueño que había tenido sobre un congreso de física con muchos participantes. El sueño estaba repleto de imágenes que simbolizaban cómo la polarización separa las cargas positivas y negativas generando dos opuestos, como en los dipolos eléctricos. Jung respondió que aquel simbolismo representaba «la relación complementario de un sistema autorregulado de un hombre y una mujer». Claro que sí. 

    Otro de los sueños de Pauli incluía un símbolo ancestral llamado Uróboros: una serpiente o un dragón que se muerde su propia cola formando un círculo. Es un símbolo que ha aparecido en multitud de culturas a lo largo de los siglos y que, generalmente se ha asociado a una especie de ciclo eterno de las cosas y también al esfuerzo o las luchas eternas e inútiles por intentar evitar aquello que se repite una y otra vez. 

    Es un símbolo muy asociado a la alquimia, también, donde representa la unidad de todas las cosas, materiales y espirituales, que nunca desaparecen, sino que cambian en un ciclo eterno de destrucción y nueva creación. Todo muy normal, como ves. El caso es que Pauli permitió a Jung que usara estos y muchos otros de sus sueños en sus conferencias y en un libro con un título prometedor: psicología y alquimia. Hoy me da que no voy a tener suficientes olés para decir. 

    Intercambiaron cartas durante veintiséis años en las que ambos demostraron estar interesados en la interacción entre la mente y la materia. Pensaban que lo físico y lo psíquico eran aspectos complementarios de una única entidad, así que la física y la psicología podían ser formas complementarias para entender la realidad. Y aunque parece que se fueron distanciando a medida que Jung se adentraba en terrenos cada vez menos científicos, de su colaboración surgió una idea que obsesionaba a ambos: la sincronicidad. 

    Decía el propio Jung que se le ocurrió este concepto un día que estaba en terapia con una paciente. Justo cuando ella le contaba un sueño en el que alguien le regalaba una joya dorada con forma de escarabajo, Jung oyó un golpe en el cristal y al asomarse vio que había sido un escarabajo de color entre verdoso y dorado. Así nació la idea de la sincronicidad, que sería la existencia de relaciones no causales entre acontecimientos simultáneos. Es decir, coincidencias increíbles conectadas entre sí de alguna manera que se nos escapa. Venga, uno más: Olé.

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    #188 Creatividad (VI): Espera lo inesperado

    #188 Creatividad (VI): Espera lo inesperado

    (NOTAS Y ENLACES DEL CAPÍTULO AQUÍ: https://www.jaimerodriguezdesantiago.com/kaizen/188-creatividad-vi-espera-lo-inesperado/)

    «Tenía 8 o 9 años. Y mi madre tuvo un ataque al corazón. Y… cuando volvió a casa… el médico me dijo: “Nunca discutas con tu madre porque podrías matarla”»

    (RISAS)

    «Lo segundo que dijo fue: “trata de hacerla reir”. Nunca había tratado conscientemente de hacer reír a nadie. Pero me puse a ello. Y supe que había tenido éxito cuando se meó en los pantalones»

    (RISAS)

    «Pero es verdad. Mi nombre real es Jerry, no Gene… Y ella me dijo: “Jerry, mira lo que me has hecho hacer”. Sé que esto es un rodeo para responder a tu pregunta, pero ese fue el comienzo de la creatividad para mí. Hubo otro momento importante para mí. Cuando estaba en primero de primaria, había una maestra, creo que aún recuerdo su nombre, la Sra. Bernard. Tenía todos nuestros dibujos colgados. Pintábamos con ceras y colgábamos los papeles en las paredes. Menos los míos. Y le pregunté por qué no estaba el mío colgado. Y me respondió: “No eres lo suficientemente bueno aún”. Y eso, simplemente, me mató durante años y años. Hasta que en 1984… »

    (RISAS)

    «Creéis que es broma, pero no lo es… empecé a pintar. Y ahora trato de pintar todos los días de mi vida. Cuando no estoy escribiendo o trabajando en una película, pinto. Pero aquella estúpida mujer…»

    (RISAS)

    Así respondía un genio del humor, Gene Wilder, a la pregunta de «¿qué es la creatividad?». Que termina por no responder… ¿o sí?

    En el fondo, lo que dice es que detrás de la creatividad está lo que sea que nos lleve a crear algo. Puede ser nuestra necesidad de expresarnos o las ganas de alargar la vida a nuestra maltrecha madre o de demostrarle a cierta profesora de primaria que somos capaces de hacer lo que dijo que no podríamos. 

    Claro que normalmente no basta con ese impulso. Una cosa es la motivación y otra eso que llamamos la inspiración. Una cosa es querer crear y otra saber qué o cómo crearlo. De hecho, cuando hablamos de creatividad, normalmente de lo que hablamos es de la capacidad de encontrar formas nuevas o inesperadas de superar un reto. Puede ser un reto que a nadie se le hubiera ocurrido antes, como transmitir emociones pintando con grandes bloques de color, como Rothko, o hacer algo que ya se había hecho antes de una forma nueva, como representar un toro con apenas 11 trazos, como Picasso. 

    De alguna manera, la creatividad se relaciona con lo inesperado. Es lo que hace Gene Wilder en su respuesta. Con ese dominio que tenía de la pausa, en cada silencio parece tomar la decisión de dar un giro que nos sorprenda. Mucho de lo que llamamos creatividad nace de ser capaces de esperar lo inesperado. Así dicho suena a trabalenguas extraño, pero esa frase, junto con otras muchas igual de peculiares, nos va llevar directos a quien algunos consideran el primer maestro de la creatividad occidental: Heráclito. 

    Si cuando digo que los griegos ya lo sabían todo es por algo…

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    #187 Toma de decisiones (VIII) - pensamiento analítico: Feynman, la NASA y la incertidumbre

    #187 Toma de decisiones (VIII) - pensamiento analítico: Feynman, la NASA y la incertidumbre

    (NOTAS Y ENLACES DEL CAPÍTULO: https://www.jaimerodriguezdesantiago.com/kaizen/187-toma-de-decisiones-viii-pensamiento-analitico-feynman-la-nasa-y-la-incertidumbre/)

     

    “In God We Trust. All Others Bring Data”

    «Confiamos en Dios. Todos los demás traed datos»
     

    Esta frase de William Edward Demings, un estadístico estadounidense que fue clave en el desarrollo y crecimiento de Japón tras la Segunda Guerra Mundial, preside la sala de evaluación de misiones de la NASA. O eso se cuenta siempre. Yo no lo he visto. 

    Pero parece lógico: explorar los confines del universo, llevar al hombre a la Luna o tratar de encontrar vidas alienígenas son tareas que requieren de una precisión extrema y de un profundo conocimiento científico. Sin embargo, la realidad es tozuda. Y frente a nuestro afán por tomar las mejores decisiones basadas en datos, nos enfrentamos continuamente a la necesidad de decidir sin muchos de ellos, bajo presiones de todo tipo. Algo similar le sucedió, precisamente, a la propia NASA el 28 de enero de 1986.

    Aquel día despegaría el Transbordador Espacial Challenger, con sus siete tripulantes a bordo, y con, al menos, dos misiones. La primera, la oficial, era la de desplegar un satélite de comunicaciones y estudiar el Cometa Halley mientras estaban en órbita. La segunda, no tan explícita, era la de volver a despertar el interés del público por la conquista del espacio. Habían pasado casi 17 años desde la llegada a la Luna y, sin nuevos grandes hitos que excitaran su imaginación, los estadounidenses ponían su atención —y con ella sus votos y, por tanto, su dinero— en otros temas. Por eso, aquel lanzamiento fue precedido de una campaña de comunicación sin precedentes.

    Incluso, como cuenta Nuria Pérez en su maravilloso podcast Gabinete de Curiosidades, se plantearon que en aquella misión viajara Big Bird, el primo americano de la Gallina Caponata. Sí, la de Barrio Sésamo. 

    Me habría encantado estar en la reunión en la que discutieron eso. Al final, se dieron cuenta de que, por lo que sea, meter a alguien con un disfraz de dos metros y medio en lo que esencialmente era una lata de sardinas espacial no era factible. 

    La elegida finalmente fue Christa McAuliffe, una maestra de escuela seleccionada entre más de 11.000 candidaturas, que se ganó rápidamente el cariño del pueblo estadounidense con su carisma y su pasión por el espacio.

    «T menos 10, 9, 8, 7, 6 —motor principal arrancado—, 4, 3, 2, 1… ¡y despegue! ¡Despegue de la XXV misión del transbordador espacial, que ha abandonado la torre!» 

    Así sonó el despegue del Challenger, que fue emitido en directo para todo el país. La cámara siguió a la nave en su majestuoso ascenso. Apenas un minuto después, justo cuando el corresponsal de la CNN comenzaba a recapitular la cantidad de retrasos sufridos por la misión, enmudeció. Frente a sus ojos y a los de millones de espectadores, la nave se desintegró en miles de pedazos en mitad de una enorme humareda. Y con ella sus siete tripulantes. 

    La tragedia del Challenger sacudió Estados Unidos. Para empezar fue un punto de inflexión en el interés por el espacio y, en particular, en los riesgos que estaban dispuestos a asumir para alcanzarlo. A raíz del accidente, se creó una comisión de investigación encabezada por un ex-Secretario de Estado, William Rogers, a quien al parecer Ronald Reagan, por entonces presidente de Estados Unidos, sugirió que las conclusiones debían proteger a la NASA. Formaron parte de aquella comisión todo tipo de figuras de la aeronáutica, la ingeniería, el ejército y la ciencia. Estaba hasta el primer ser humano en pisar la Luna, Neil Amstrong. Eran casi todos hombres, eso sí. 

    Entre todos ellos estaba un viejo conocido de este podcast: nuestro amigo Richard Feynman, que a sus 67 años era seguramente el científico vivo más conocido y más respetado del mundo. Y también alguien con ideas propias. Dicen las malas lenguas que tal vez desde el poder político pensaron que podrían controlarlo, que ya no tendría la energía de su juventud y que, en cualquier caso, la burocracia y los votos de otros mucho más susceptibles a las presiones acabarían acallándolo. De hecho, él se mantuvo bastante discreto durante todo el proceso. Se tomó su tiempo para entender el problema, comprender el funcionamiento de la nave y también el de la propia comisión. Y empezó a tener la sensación de que más que descubrir la verdad, había un interés en encubrirla. Así que se buscó un aliado: el general Donald Kutyna. 

    Feynman solía contar cómo un día Kutyna se acercó a él con una idea interesante sobre cómo el frío podía haber afectado a las juntas de goma que sellaban los compartimentos del combustible. Dijo que se le había ocurrido reparando su coche. Aunque la realidad era otra: Sally Ride, la única mujer en la comisión, había entregado a Kutyna un documento de la NASA que ella no podía desvelar sin implicar a quienes se lo habían conseguido. Y al general sólo se le ocurrió aquella historieta de su coche para poner a Feynman sobre la pista. 

    Con eso, ya tenían una teoría de lo que había pasado. Sólo les faltaba convencer al resto. Y de eso se encargó Feynman. Lo hizo en una audiencia pública retransmitida por televisión. En un momento dado, en mitad de la intervención de un directivo de la agencia espacial, Feynman pidió la palabra. Mientras cuestionaba a aquel testigo, tomó una pieza de plástico como el que se usaba en las juntas y lentamente lo sumergió en agua helada. Unas preguntas después, sacó la pieza del vaso y explicó que el frío la había vuelto rígida, había perdido su flexibilidad. Millones de personas entendieron inmediatamente el problema. 

    Mientras que inicialmente la NASA había estimado las probabilidades de un accidente como el que sucedió como de una entre 100.000, la presión de Feynman, Kutyna y Sally Ride demostró que el riesgo de aquel lanzamiento era mucho mayor: de 1 entre 200. En el informe final de la comisión, Feynman —a quien había molestado profundamente el uso propagandístico de la misión y de aquella maestra tristemente fallecida— obligó a que se incluyera la siguiente frase, amenazando con no firmar el informe si no se hacía. 

    «Para que una tecnología sea exitosa, la realidad debe prevalecer sobre las relaciones públicas, porque la naturaleza no puede ser engañada». 

    Puro Feynman.

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    Q&A08 - Finanzas personales; organizaciones TEAL; Harari, el lenguaje y la paternidad; plataformas de podcasts y sueño; mentira, consecuencialismo y deontología; y el aburrimiento

    Q&A08 - Finanzas personales; organizaciones TEAL; Harari, el lenguaje y la paternidad; plataformas de podcasts y sueño; mentira, consecuencialismo y deontología; y el aburrimiento

    (NOTAS COMPLETAS Y ENLACES AQUÍ: https://www.jaimerodriguezdesantiago.com/kaizen/qa08-finanzas-personales-organizaciones-teal-harari-el-lenguaje-y-la-paternidad-plataformas-de-podcasts-y-sueno-mentira-consecuencialismo-y-deontologia-y-el-aburrimiento/)

    A lo tonto han pasado unos cuantos meses desde el último capítulo de preguntas y respuestas, así que ya iba tocando uno para ponerme al día. Y en el de hoy, la verdad es que os habéis esmerado: hay preguntas de todo tipo. Al menos esta vez no me habéis preguntado sobre metafísica, algo es algo. 

    Eso sí, me he enrollado un poco con algunas respuestas, así que no me ha sido posible contestar a todas las que hay acumuladas. Haremos otro capítulo en unas semanas para no dejar a nadie sin contestar.

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    [BONUS] Kaizen x Al borde del burnout

    [BONUS] Kaizen x Al borde del burnout

    (NOTAS Y ENLACES DEL CAPÍTULO AQUÍ: https://www.jaimerodriguezdesantiago.com/kaizen/bonus-kaizen-x-al-borde-del-burnout/)

    Hoy toca algo diferente, porque hace unas semanas, me invitó Miguel Ángel Fort a participar en un capítulo especial de su podcast Al borde del burnout, que grabamos en directo y con público en el Instituto Tramontana, sobre salud mental en el trabajo.

    Además de nosotros, participaron en la charla Henar Vega, que es la autora de un libro que te recomiendo mucho si te interesan estos temas: «Trabajar en llamas», y Diego Ballesteros, un emprendedor en serie, al que yo conocía de sus tiempos de sindelantal, que acabó vendiendo a JustEat, no una, sino dos veces: en España y en México. Hace un par de años creo, Diego hizo algo muy valiente: contar cómo su estilo de vida y toda esa pasión y energía que dedicaba a sus emprendimientos había acabado derivando en un proceso de burnout realmente duro. Y entonces fundó Ancla.life, una asociación sin ánimo de lucro creada por y para emprendedores desde la que ayudar a que quienes emprendan lo hagan sin perder su equilibrio. Te he dejado los enlaces a todos ellos en las notas del capítulo.

    ¿Y qué pintaba yo ahí? Pues lo cierto es que tenía un papel un poco extraño, y creo que se nota en la charla, porque de los cuatro yo era el único que no había pasado por un proceso así; aunque es un tema que me interesa mucho. De hecho, le dediqué el capítulo 128 del podcast. Si llevas tiempo escuchándome seguramente sepas que entre mis grandes obsesiones está la búsqueda del equilibrio y durante mi carrera profesional he vivido en mis propias carnes lo difícil que es mantenerlo a veces en el entorno laboral. Por eso y porque creo que es una causa que merece la pena divulgar decidí participar y hacer lo posible por aportar, aún teniendo una experiencia distinta a la del resto.

    La charla la grabamos en vídeo, aunque si lo estás viendo en Youtube verás que tuvimos algún problemilla. Una de las tres cámaras que usamos no grabó, por lo que a Diego y, sobre todo, a Henar no se les ve tan bien como debiera. Cosas del directo. Pero, en cualquier caso, lo que importa es el contenido y creo que es super interesante.

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    #186 El misterio de la vida (V): más allá de la Tierra

    #186 El misterio de la vida (V): más allá de la Tierra

    (NOTAS Y ENLACES DEL CAPÍTULO AQUÍ: https://www.jaimerodriguezdesantiago.com/kaizen/186-el-misterio-de-la-vida-v-mas-alla-de-la-tierra/)

    «Existen dos posibilidades: o estamos solos en el universo o no lo estamos. Ambas son igualmente aterradoras»

    Estas palabras de Arthur C. Clarke resumen mucho de lo que nos quedaba por tratar en relación al misterio de la vida. 

    Hasta ahora nos hemos asomado a los orígenes del universo y de nuestro planeta, a cómo nació la vida en él, cómo evolucionó en una larga cadena ininterrumpida hasta cada planta y cada animal de los que poblamos hoy la Tierra y las enormes preguntas que nos despierta esa característica tan extraña que tenemos los humanos, la consciencia. 

    Pero en todos estos capítulos había al menos un par de enormes elefantes en la habitación, como dicen en inglés, a los que hemos tratado de dejar aparcados. Por un lado, la que seguramente sea la pregunta más importante de todas, al menos para los que estamos vivos hoy: ¿qué sucede cuando acaba la vida? Algo que vamos a dejar para otro momento. Porque hoy toca atender al otro elefante: a la duda de si estamos o no solos en el Universo. La verdad es que está siendo una temporada de temas sencillitos, ¿eh? No aprendo. 

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    #185 Mantén la máquina de la esperanza funcionando

    #185 Mantén la máquina de la esperanza funcionando

    (NOTAS Y ENLACES DEL CAPÍTULO AQUÍ: https://www.jaimerodriguezdesantiago.com/kaizen/185-manten-la-maquina-de-la-esperanza-funcionando/)

    Salvo que te guste mucho la música folk estadounidense de los años 40, que sospecho que no es lo más habitual entre la audiencia de este podcast, lo más probable es que no tengas ni idea de quién era Woody Guthrie.
    Nació el 14 de julio de 1912 en Oklahoma y murió demasiado pronto, el 3 de octubre de 1967, a los 55 años, en Nueva York. Entre esas dos fechas tuvo tiempo para casi todo, eso sí.
    En su infancia, vivió tres incendios en su casa, uno de los cuales le costó la vida a su hermana. Vio muy pronto cómo su madre perdía la cabeza debido a una patología neurodegenerativa, la enfermedad de Huntington. Aunque por entonces no sabían bien qué le pasaba. La ingresaron en un psiquiátrico cuando Woody tenía 14 años.
    A él le fue mal en los estudios, aunque sus profesores decían que era un muchacho brillante, que leía de todo. Pero si destacaba por algo era por tener una afición especial por la música. De hecho, se fue de casa a los 19, nada más morir su madre, para dedicarse a ella.
    Se casó por primera vez a los 20 años. Y lo haría dos veces más. Tuvo ocho hijos en total. Vivió un tiempo en California, donde ganó cierta popularidad como músico y se metió de llenó en los círculos comunistas, en los que las letras de sus canciones eran especialmente valoradas.
    Guthrie era un cantautor que se identificaba con la gente común, con los pobres y los oprimidos. En su guitarra solía llevar escrita bien grande una frase: «Esta máquina mata fascistas». Su mayor éxito fue una canción llamada This Land is Your Land, «Esta Tierra es tu Tierra», que no te recomiendo especialmente porque creo que la canción protesta envejece regular, la verdad.
    En cualquier caso, Guthrie fue enormemente influyente, en particular en una generación de músicos que lo redescubrió en sus últimos años de vida o, incluso, después de morir. Gente como Keith Richards, Ry Cooder o Bruce Springsteen dijeron admirarle. Bob Dylan lo consideró su último héroe y le dedicó una canción llamada "Song to Woody" en su primer álbum. Joe Strummer, de los Clash, llegó a usar el nombre de Woody Mellor en sus primeros años como músico a modo de homenaje.
    Desgraciadamente, a finales de la década de 1940, su salud empeoró. Empezó a comportarse de forma errática e inicialmente le diagnosticaron alcoholismo y esquizofrenia. Aunque después detectaron que tenía, como su madre, la enfermedad de Huntington. Pasó los últimos once años de su vida internado en instituciones psiquiátricas.
    Es más que evidente que Guthrie no tuvo una vida fácil. Seguramente, en aquellos 55 años de vida, comprimió muchos aprendizajes. De hecho, en las navidades de 1942, a punto de cumplir los 30, hizo lo que muchos por estas fechas: una lista de propósitos para el año nuevo. En su caso salieron 33 y todos juntos son una pequeña maravilla. Los dejó escritos y acompañados de pequeños dibujos en un cuaderno de rayas que tiene ahora el papel amarillento. Eran los siguientes:

    Reglas para el nuevo año

    1. Trabaja más y mejor
    2. Trabaja con un horario
    3. Lávate los diente, si queda alguno
    4. Aféitate
    5. Bañate
    6. Come bien - fruta - verdura - leche
    7. Bebe muy poco, si es que bebes algo
    8. Escribe una canción al día
    9. Lleva ropa limpia. Ten buen aspecto
    10. Abrillanta tus zapatos
    11. Cámbiate tus calcetines
    12. Cambia las sábanas a menudo
    13. Lee buenos libros
    14. Escucha mucho la radio
    15. Conoce mejor a la gente
    16. Mantén limpio el rancho
    17. No te permitas sentirte solo
    18. Permanece alegre
    19. Mantén la máquina de esperanza funcionando
    20. Sueña bien
    21. Guarda en el banco todo el dinero extra
    22. Ahorra pasta
    23. Ten compañía, pero no pierdas el tiempo
    24. Envía dinero a Mary y a los niños.
    25. Toca y canta bien.
    26. Baila mejor.
    27. Ayuda a ganar la guerra — derrota al fascismo
    28. Quiere a mamá
    29. Quiere a papá
    30. Quiere a Pete
    31. Quiere a todo el mundo
    32. Decídete
    33. Despiértate y pelea

    Y a cuenta de Guthrie, de su máquina de la esperanza y de mis inminentes 40, hoy toca un capítulo más personal. A ver qué sale.

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