En el presente año, Colombia redujo su déficit en cuenta corriente, en lÃnea con su proceso de desaceleración económica, al tiempo que tuvo unos elevados flujos de financiación por concepto de inversión extranjera directa.
El déficit en cuenta corriente se ubicó en 3,6% del PIB en el primer semestre de 2023, un 43% menor que el registrado en el mismo periodo de 2022, y se explicó por una moderación en el déficit de la balanza comercial de bienes y servicios.
Esta reducción se traduce en menores necesidades de financiamiento para la economÃa colombiana, donde una de las fuentes de financiación más importantes es la inversión extranjera directa (IED).
Aunque las necesidades de financiamiento se redujeron, la IED alcanzó en el primer semestre 9.561 millones de dólares, el segundo registro más elevado en la historia. Con esto, la IED representó el 5,8% del PIB y financió aún más que la totalidad del déficit.
Los sectores más partÃcipes fueron petróleo y minerÃa, que aportaron el 48% del total de la IED, seguidos de otros sectores como servicios financieros, comercio y transporte.
El 67% de los flujos registrados en el primer semestre se causaron por concepto de la IED distinta a reinversión de utilidades. Esto quiere decir que alrededor de 7 de cada 10 dólares que ingresaron a la economÃa colombiana por concepto de IED correspondieron a dinero adicional proveniente directamente de los inversionistas extranjeros.
Estos flujos de dólares, benefician a la economÃa colombiana en la medida en que se transforman en mayor actividad económica, mayor capacidad instalada, mayor pago de impuestos y/o mayor producción en las empresas receptoras de IED.
En conclusión, la IED es un vehÃculo poderoso para financiar la economÃa y el crecimiento económico, y debemos aprovecharla al máximo.
Mejorar el atractivo de la economÃa es clave para mantener y aumentar los flujos de IED, especialmente aquellos que corresponden a flujos extranjeros que aumenten la capacidad productiva del paÃs, y promover nuevos flujos a otros sectores distintos a los tradicionalmente estratégicos para fortalecer la estructura productiva, son objetivos deseables para nuestra economÃa en un contexto de transición energética.