The New Mutants

Pocas películas podrían pasar a la historia como “cintas malditas” como Los Nuevos Mutantes, una categoría peculiar en la que todo se pone en su contra con tal de evitar que se estrenen… o quizás si nos ponemos a hacer revisión de cintas como The Omen, Twilight Zone o o The Passion of the Chris t, veremos que quizás no pasaron tantas desgracias como muchos alegan, y finalmente se estrena en las salas, a pesar de las crisis económicas y pandemias.

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En la cinta dirigida por Josh Boone, y coescrita por él y Knate Lee, nos encontramos con la historia de Danielle Moonstar (interpretada por Blu Hut), una joven nativo americana que tras la llegada de un destructivo tornado, es separada de su familia y su reservación e internada en un hospital donde debe de aceptar su nueva realidad, la cual no solo implica el estar lejos de todo lo que conoce, sino descubrir sus nacientes habilidades mutantes. Afortunadamente no está sola, ya que contará con el apoyo de la Doctora Reyes (Alice Braga), así como la presencia de sus compañeros Rahne Sinclair (Maisie Williams, quien deja de ser un Stark televisivo para ser una niña lobo de la gran pantalla), Illyana Rasputin (la tremenda Anya Taylor-Joy que no importa en qué cinta la pongan, demuestra que es una estrella hecha y derecha), Sam Guthrie (Charlie Heaton) y Roberto da Costa (Henry Zaga).

Con claras referencias a cintas ochenteras, que van desde The Breakfast Club hasta Nightmare on Elm Street, las cuales seguro son muy viejas para el público juvenil, la cinta de The New Mutants se establecía con una voz propia, lejana de la mayoría de las cintas basadas en personajes de Marvel Comics. Cuando se presentó su primer trailer, este hacía hincapié en elementos de horror, lejanos a los chistes para liberar tensión característicos de las cintas de personajes con capitas. Desafortunadamente pasaron varios incidentes que provocaron retrasos en su estreno, el cual originalmente estaba planeado para el 2018.

Para muchos podría ser más interesante el proceso de su producción y retraso, pero la realidad es más simple que las teorías de conspiración o maldiciones ancestrales que impedían su estreno. Si bien hubo conflicto sobre el manejo de guión, y se llegaron a tener varias reescrituras del mismo, la versión filmada es la presentada por el equipo creativo original, y nunca hubo reshoots, o al menos no más que los que ocurren en una película regular. ¿Los retrasos en el lanzamiento? Debidos a la adquisición de Disney, quien debía de estrenar la cinta debido a los acuerdos hechos por la Fox, cosas que harán que incluso se pueda ver esta cinta antes en HBO Max que en los propios servicios de Disney, como fue explicado en un episodio de The Dailies.

El mayor problema con la cinta es el juego de expectativas. La película tiene una identidad separada de la escuela de los Hombres X. Mantiene algunos elementos comunes como la presencia de un tutor, el grupo de jóvenes que debe aprender a controlar sus poderes, y una inevitable amenaza que llegará a forzar que aprendan a trabajar en equipo para sobrevivir. Sin embargo, la conformación del equipo es más adecuada a sensibilidades modernas, al tener una mayor variedad de géneros y colores en la alineación.

Uno podría preguntarse por qué carajos no se incluyeron a los personajes de esta cinta como nuevos alumnos de la más conocida escuela para jóvenes dotados del Profesor Xavier, quien de hecho es mencionado en la cinta. Curiosamente, el planteamiento de entornos que parecen más acordes a la cinta de Glass, de la trilogía heroica de Shyamalan, que a la de los mutantes de la Fox, ahora conocida como 20th Century Studios, sin embargo su manejo es mucho mejor en la cinta de Boone, quien curiosamente nos presenta elementos para identificar a quienes mueven los hilos en las vidas de los personajes desde el principio, y conforme se desarrolla la historia, queda perfectamente establecido el por qué a estas jóvenes promesas no se les incluye en la alineación de las grandes ligas, sino que deben ser parte de un instituto aparte.

Lo más interesante en le desarrollo de la cinta, es el desarrollo de las relaciones entre los personajes. La amistad entre los personajes de Maisie Williams y Blu Hunt (Rahne y Danielle, en la cinta) es entrañable y se desarrolla de una manera que se siente natural. De la misma manera, la línea que separa las clases sociales entre los personajes del redneck minero de Sam Guthrie y el junior mega millonario de Roberto da Costa da algunas lecciones que bien podrían aprender quienes escriben series televisivas donde interactúan personajes de distintos estratos sociales en México. Finalmente, la presencia y la arrogancia de Illyana marca curiosamente el hecho de que ella es, en efecto, la actriz con mayor reconocimiento y talento de todo el grupo, y su personaje se siente por encima de todos los demás. No es gratuito que ella tenga la escena de acción más impactante en donde combate, en compañía de su dragón Lockheed, a demonios gigantes donde demuestra en minutos que ella podría ser una versión más dinámica que la Daenerys de Emilia Clarke en todo su juego de tronos.

Mencionaba que el mayor enemigo de esta cinta son las expectativas. Con una excepción, a pesar del buen trabajo que hacen interpretes y equipo creativo de la película, se siente más como algo que pertenece al catálogo de un servicio de streaming, que a algo que valga la pena ver en la gran pantalla. Su primicia que parecía fresca al presentarse, llega con años de retraso y el destino ha confabulado tanto en su contra que es un logro de por sí que se pueda estrenar. Sin embargo, la cinta no es mala, o al menos no tan mala como muchos vaticinaban. Su realidad es que es competente, ya que tampoco alcanza a sobresalir como una gran obra de horror que debería presentarse en festivales de género y alcanzar estatus de cine de culto. Curiosamente es ahí donde podrá encontrar su nicho en el futuro, cuando se libre de los prejuicios de los espectadores. Es la película que si pasan en televisión (o decides ver), un viernes 13 en la noche, te presentará con entretenimiento adecuado, en un tiempo en que nos gusta catalogar todo en extremos.