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    había una vez

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    Episodes (18)

    493. El tonto y el peral (Macedonia)

    493. El tonto y el peral (Macedonia)

    Había una vez dos hermanos. El menor era un tonto, se casó y fue a vivir por su cuenta en una humilde casita, mientras que el mayor y más avispado se quedó viviendo en la casa de sus pa­dres. Muerto el padre, se repartieron la herencia.

    La mujer le dijo al tonto:

    -Ve a ver a tu hermano y dile que te dé tu parte.

    El tonto fue a ver a su hermano y le dijo:

    -He venido para que hagamos el reparto.

    -De acuerdo -dijo el mayor. Hemos heredado siete vacas y un ternero. Llevémoslos al prado y dejémoslos libres. Los que entren en tu establo serán tuyos; los que entren en mi establo se­rán míos.

    El tonto dijo que le parecía bien.

    Llevaron los animales al prado y, naturalmente, todas las va­cas volvieron al establo del hermano mayor, como solían hacer. Sólo el ternero, después de haber correteado de aquí para allá, se metió en el establo del tonto.

    El tonto cogió el ternero y se fue con él a arar. Pero ¿aca­so puede un ternero tirar del arado? El tonto se enfadó tanto que cogió una garrota y lo golpeó hasta darle muerte. Le quito la piel y colgó su carne de las ramas de un peral que crecía junto al seto.

    Rapidamente aparecieron unos cuervos que se abalanzaron sobre la carne colgada.

    -Un momento, un momento -gritó el tonto. Esta carne no es vuestra. Pero, si la queréis comprar, os la vendo.

    -Craa, craa -graznaron los cuervos.

    -He comprendido, estáis de acuerdo. Pero ¿cómo me la pa­garéis? Seguro que no tenéis dinero.

    -Craa, craa -graznaron de nuevo los cuervos.

    -Ah, no, estimados amigos, no puedo venderos la carne. Sal­vo que el compadre peral os sirva de aval.

    En ese momento, el viento sopló y el peral se inclinó con to­das sus ramas.

    -De acuerdo, ya que el peral os avala, coged la carne y comé­osla -dijo el tonto, y volvió a su casa, donde contó a su mu­jer que había vendido la carne del ternero a los cuervos y que el peral los había avalado.

    -Eres francamente un tonto -se enfureció su mujer. Querría que me explicases cómo hará el peral para pagar por los cuervos.

    -Ése es asunto suyo, yo no me quiero romper la cabeza pen­sando en ello -dijo el tonto, y se fue a dormir.

    A la mañana siguiente, fue a ver el peral. Del ternero pa sólo quedaba el esqueleto y quién sabe adónde se habían ido los cuer­vos volando.

    -¿Dónde está el dinero? -le gritó el tonto al peral. La car­ne se la han comido. Sabe Dios adónde han ido. Tú les has ser­vido de aval. Ahora paga.

    El peral movió unas pocas ramas, pero no mostraba la menor intención de pagar.

    -¡Eres un embustero! -gritó el tonto y, aferrando el hacha, comenzó a asestarle golpes al peral para cortarlo.

    Bastaron unos pocos golpes para hacerlo caer, porque el pe­ral era viejo y estaba vacío por dentro. ¿Y qué encontró el tonto en su cavidad? Una olla llena de monedas de oro.

    -Lo que siempre he pensado -concluyó el tonto: hoy no se consigue nada por las buenas.

    Cogió la olla llena de oro y se la llevó a su casa.

    436. La fortuna de la montaña

    436. La fortuna de la montaña

    Había una vez un anciano sabio que vivía en una pequeña aldea rodeada de montañas. El anciano que era respetado por todos era conocido además por su capacidad para predecir el futuro y por sus habilidad para ofrecer consejos sabios y perspicaces a todos aquellos que se acercaban a consultarle. Un día, un joven de la aldea que debido a su juventud sufría de arrogancia se acercó al anciano y le pidió que le dijera cuál sería su destino y fortuna

    El anciano cerró los ojos y después de algunos minutos de
    concentración profunda y abrió los ojos y mirando al joven le dijo. 

    Mi joven amigo, he de decirte que tu fortuna está en la cima de la montaña que acompaña el poblado donde vives. El joven se llenó de emoción de saber que el viejo sabio le había dado la clave para conocer su destino y rápidamente se dirigió a su pueblo. Una vez llego allí se dirigió a la alta montaña que enmarcaba su pueblo.  Preparado con todo lo que necesitaba comenzó a subir por la escarpada ladera  de la montaña y a medida que pasaba la jornada se sentía más y más cansado. Después de horas de caminar y trepar con mucha dificultad, muchas veces aferrado con pies y manos a las rocas para no caer al desfiladero, vio como a medio camino a la cima de la montaña se abría un agujero en la superficie rocosa. Su corazón salto de la felicidad y con mayor energía llego hasta la apertura. 

    Con dificultad se arrastró por la estrecha entrada y después de recorrer varios metros en la oscuridad llego a una gran sala donde la escasa luz que entraba por el agujero hacia relucir algunos objetos dorados. Emocionado encendió una pequeña lampara y frente a sus ojos vio que en aquel lugar había un gran tesoro con decenas de cofres repletos de artículos de oro y joyas. Sin preguntarse siquiera como habría llegado este tesoro a un sitio tan escondido, simplemente comenzó a recoger algunos tesoros para ponerlos en el bolso que llevaba. De pronto vio una nota que estaba sobre uno de los cofres, la tomo y la leyó. 

    Su sangre se helo inmediatamente. La nota decía. Desafortunado aquel que tome estos tesoros ya que ellos llevan una maldición que condenara a aquel que los toque a sufrir de dolores y sufrimientos permanentes. 

    El joven que veía tal tesoro a su alcance simplemente ignoró el temor inicial y riéndose siguió guardando las joyas preciosas y el oro que pudiera llevar. 

    De bajada de la montaña, el joven hacia cuentas de cuantas haciendas compraría y de cuantas cabezas de ganado tendría. Sentía que todo su destino estaría definido a partir de aquel instante. 

    Cuando llegó al pueblo fue directamente a su casa y esparciendo el tesoro en su habitación hizo llamar a su esposa y le contó su aventura. Le contó cómo había ido donde el viejo adivino y como este le había indicado dónde encontrar el tesoro que definiría su destino. Luego le contó cómo había subido a la montaña y como había encontrado la cueva. La joven escuchó atentamente, pero en su corazón una duda comenzó a crecer ya que le preocupaba la nota que había encontrado su esposo en la cueva.  

    Durante la noche sonidos extraños comenzaron a surgir dentro de la casa y entre las diferentes habitaciones extrañas sombras rodearon a la pareja. De pronto el joven se sintió enfermo y su esposa comenzó a sentir el malestar propio de una enfermedad. 

    Desesperada y aterrada por lo que estaba sucediendo corrió donde un vecino buscando ayuda y este al recibirla también se sintió enfermo y pronto todo el pueblo cayó preso de una extraña maldición. 

    Cuando llegó el nuevo día todo el pueblo estaba moribundo y la joven esposa que presuponía el origen de aquel mal en aquella nota, decidió ir corriendo a donde el viejo sabio. Cuando llego a el le preguntó porque había enviado a su esposo a buscar la muerte en la ladera de aquella montaña. El viejo sonrió dulcemente y le dijo. 

    Nunca envié a tu esposo a la ladera yo lo

    364. La Atlantida

    364. La Atlantida

    Habia una vez un continente llamado atlantida. Este continente era el más desarrollado y avanzado de todos los continentes. Los atlanteniences vivían en una sociedad de gran lujo. Todos ellos vivían con las comodidades que ningún otro pueblo sobre la tierra pudiera vivir. Los alimentos nunca escaseaban porque en vastas llanuras habían grandes cultivos que servían para satisfacer las necesidades de los habitantes de la atlantida. 

     

    En la Atlantida existían cientos de lugares de recreación y todos y cada uno de los habitantes tenía el placer de asistir a alguno de ellos cuando lo deseara. Ademas era tal el progreso que todos los habitantes tenían trabajo. No había desempleo y todos trabajaban donde querían y de acuerdo a sus conocimientos y habilidades. 

     

    Para lograr el desarrollo sostenido, se había ofrecido a todos los habitantes el acceso a la educación gratuita. De esta manera estaba garantizado el estudio desde muy niño hasta edad adulta y todos los habitantes recurrían a dicho servicio sin pensarlo dos veces. 

     

    La salud era igualmente gratuita y bien apoyada por una enorme red de hospitales y servida con toda clase de médicos, enfermeros y técnicos. Todos podían encontrar un servicio médico inmediatamente y de gran calidad. 

     

    Por ultimo cuando los atlanteniences era de edad avanzada, el estado se encargaba de su soporte económico y además les ofrecia recreación, salud y cuidados hasta el día  que como se dice popularmente pasaran a mejor vida. Mentiras en este caso no podría decirse así porque el nivel de vida era tan bueno que no se podría imaginar una vida mejor. 

     

    Pero algún día uno de los científicos que tenía la atlantida se reunió con un funcionario de el ministerio de protección ambiental y le advirtió que según un estudio que el venia desarrollando desde hace varios años, el continente tenía que enfrentar un catástrofe enorme. Sus estudios sugerían que había una falla geológica en el continente y que esta falla podría colapsar en cualquier momento causando el hundimiento de todo el continente. 

     

    El funcionario de el ministerio de medio ambiente, redacto un informe y luego se lo envió a su jefe, y este después de leerlo se lo envió a su jefe inmediato. El jefe del jefe del investigador decidió comunicar el hallazgo con el subsecretario del ministerio y juntos decidieron reunir un comité consultor que analizara los resultados de aquel estudio. Después de un tiempo identificando quienes serían los participantes, comenzaron las reuniones del comité consultor y después de múltiples reuniones durante varios meses decidieron que era necesario consultar con otros grupos multidisciplinarios que analizaran sus conclusiones. 

     

    Diligentemente, se buscó quienes serían los grupos que pudieran participar en este grupo multidisciplinario y como sería la logística necesaria para reunirlos. Después de meses de identificación de aquellos participantes, finalmente se logró tener una primera reunión del grupo multidisciplinario. A el inicio de la reunión fue invitado el académico que había encontrado la anomalia y este se preparó lo mejor que pudo y comenzó a exponer lo que había encontrado y sus conclusiones. 

    A medio camino en su exposición uno de los integrantes del grupo interdisciplinario levanto la voz y le pregunto. 

     

    Cuenteme de que región de el continente viene usted. . El académico le dijo que venía de una región alejada de los centros urbanos. Inmediatamente se oyó un murmullo condescendiente por parte de los integrantes de la comisión interdisciplinaria y otro se levanto y le pregunto que el a quien representaba. El académico le contesto que el no representaba a nadie. Otro integrante le pregunto si tenia algún padrino político que lo apoyara… El dijo que no conocía ningún político. De nuevo se oyo un murmullo en la comisión

    183. El Mito de los cinco Soles (Azteca)

    183. El Mito de los cinco Soles (Azteca)

    Había una vez un mundo aztec donde no había nada. Así, el Dios eterno Ometecuhtli creó a Tonacatecuhtli (hombre) y a Tonacacihuatl (mujer) para que poblaran el mundo. Tuvieron cuatro hijos, en el orden descendente:

    -Xipetotec; que nació rojo y sin piel.

    -Tezcatlipoca; que nació negro, con garras y colmillos de jaguar.

    -Quetzalcoaltl;
    que nació blanco, con cabello rubio y ojos azules. Más conocido como el “SERPIENTE EMPLUMADA”.

    -Huitzilopochtli; nació azul, con la mitad de su cuerpo descarnada.

    Juntos estos cuatro hermanos crearon el fuego, el cielo, la tierra, el mar y el inframundo 

     

    Al paso del tiempo, los cuatro hermanos se acordaron en crear una obra que los venerase y dignificase como dioses. Crearon al hombre (Huehuecoyotl) y a su mujer, la pareja se llamaba Macehualtin y les
    ordenaron tener hijos que les rindieran honores como dioses.  Después, crearon los lagos, las montañas donde pusieron animales para que el hombre se alimentara por la caza.
    Finalmente, la obra era completa, exepto que había tinieblas en el Tlatipac, nunca era de dia puesto que no había sol.

    * Primer sol *

    Tezcatlipoca fue el primer dios en transformarse en sol, dando como nombre a esa época: Ocelotonatiuh. Fue el comienzo de la era inicial del mundo, en la que los demás dioses crearon hombres gigantes que vivían en la Tierra y comieron bellotas.  Tan poderosos eran estos gigantes que arrancaban los arboles simplemente con las manos. No obstante, Quetzalcoatl luchó contra Tezcatlipoca y ganó enviando a Tezcatlipoca al fondo del mar de donde emergio convertido en un enorme jaguar que se comio a los gigantes que habitaban la tierra, y luego subió al cielo y se convirtió en una constelación que hoy conocemos como la osa major. Al final, la tierra se quedó despoblada. Esta época duró 676 años.

    ** Segundo Sol **

    Luego, Quetzalcoatl se corporeizo también en Sol, el sol del viento,  y permitió que las cosechas se dieran en abundancia y que los hombres fueran felices. Todo era idílico hasta que Nahui-Ehecatl, el jaguar, subió a los cielos y derribó a su hermano de un zarpazo. En su caída, Quetzalcoatl provocó un gigantesco vendaval que destruyo todo. Muchos no sobrevivieron y otros, caminando encorvados, aferrándose a lo que tenían, se convirtieron en monos refugiándose en un bosque. Este sol duró 676 años.

    *** Tercer Sol ***

    Los dioses pusieron Tláloc por Sol, el sol del fuego, la cual duró 364 años. Pero, los hombres se dedicaron a los placeres malsanos (robo, homicidio…). Harto de tanta podredumbre, Quetzalcoatl, ordenó Xiuhtecuhtli (Dios del fuego), que destruyo a la humanidad así que comenzó a llover fuego del cielo, y los hombres atemorizados les rogaron a los dioses que los convirtieron en pájaros para huir. La ardiente lluvia transformo al pueblo de esta civilización en pavos que volaron. 

    **** Cuarto Sol ****

    Surgio entonces el cuarto sol. El sol del agua que el regido por la esposa de Tlaloc, la de la falda de jade, la diosa de los riachuelos y de las aguas estancadas. Los hombres poblaron nuevamente la tierra, pero varias lluvias derrumbaron el cielo sobre la Tierra y los hombres se murieron o fueron transformados en peces por los dioses. Llovió tanto que al final los cielos perdieron el equilibrio y se derrumbaron sobre el Tlaltipac. Los dioses deciden reparar su error, avergonzados de haber transformado a los hombres, entonces los cuatro hermanos crearon a cuatro hombres (Atemoc, Itzacoatl, Itzmaliza y Tenoch) que emergieron en los cuatro
    puntos cardinales, cada uno convertido en un árbol diferente. 

    Juntos, los dioses y árboles, levantaron los cielos y los colocaron las estrellas. Al final, los cuatro hombres se convirtieron en cuatro aves preciosas.Todo fue ordenado, pero no había hombres sobre la tierra, y por eso se creó la versión definitiva de la humanidad, cuyo primer hombre fue llamado Huehuec

    182. El pueblo costero

    182. El pueblo costero

    Había una vez un alto ejecutivo de una empresa multinacional llamado Jorge Osman. Dr Osman, como le gustaba ser llamado, aunque no era doctor, era el encargado de concretar  los mayores negocios alrededor del mundo de su empresa y aquel día se encontraba de camino a cerrar uno de las mayores adquisiciones de su organización. Dr Osman debía comprar todo un pueblo. 

     

    La Multinacional había planeado la construcción de un gran puerto en una bella bahía de escocia y allí en esa bahía existía un pueblo de pescadores de unas pocas casas. El plan era comprar todas las casas y negocios del pueblo para utilizar el área en la construcción de las bodegas de carga. El Dr Osman sabía que no iba a ser fácil, pero sus años de experiencia le daban confianza de poder lograrlo.  Y habiendo salido de sus oficinas centrales en Nueva York el día anterior se encontraba en la única calle de aquel pequeño puerto de pescadores del norte de escocia.

    El pueblo al pie de un hermoso acantilado que daba a una hermosa y profunda bahía, tenia no mas de 3 docenas de pequeñas y hermosas casas que en una sola hilera semejaban un collar de perlas multicolores frente a un mar profundo y azul. 

    Jorge fue recibido por todo el pueblo en el pequeño recinto que hacia de comedor comunal durante el día y salón de reuniones durante la noche. Y allí frente a no mas de 60 habitantes, la gran mayoría recios pescadores, les planteo su idea de comprar por un gran precio todas y cada una de las casas y propiedades del pueblo. 

    Durante la reunión, Jorge se percato que los habitantes no se sentían muy inclinados a aceptar la oferta y que todos simplemente lo escuchaban  y que todos sin excepción tenían una pequeña libreta en sus manos con un lápiz, pero que nadie tomaba nota de lo que el decía. Después de terminar su exposición y reiterando que estaban dispuestos a ofrecer 10 veces mas de lo que usualmente podrían constar las propiedades, la recepción por parte de la comunidad fue bastante fría y finalmente la reunión termino sin que se mostrara ningún interés por parte de los habitantes, que colocaron su pequeña libreta en su bolsillo y se retiraron. 

     

    El Dr Jorge Osman, curtido negociante internacional, sabía que los negocios no se hacen en la primera oferta y no se desalentó y mas bien decidió pasar algunos días allí en el pueblo y tratar de convencer a cada uno de los habitantes. 

     

    Al otro día comenzó su tarea, Pero siendo un pueblo pesquero los habitantes salían de pesca temprano y luego de pasar todo el día en el océano, volvían felices con sus pequeños botes a la playa y allí después de separar el pescado regresaban al salón comunal donde se reunían con sus vecinos a charlar y a disfrutar de las historias comunes. Jorge allí como simple espectador veía que todos después de compartir con sus amigos sacaban la pequeña libreta y anotaban algo en ella y luego se retiraban a sus casas. 

     

    Jorge pensó. Gente metódica la de este pueblo. Sera interesante hacer negocios con ellos. 

    Y Jorge comenzó sus visitas. Casa tras casa, habitante tras habitante, siempre se negaban a aceptar la extraordinaria oferta del Dr Osman y su compañía, pero siempre le ofrecían que se quedara a comer y a charlar con ellos. Jorge, sabedor de lo importante que es relacionarse para los negocios aceptaba y he de decirse que realmente durante las comidas con los habitantes iba conociéndolos mejor y mas afecto les tenia. Y siempre los veía despedirse de el y sacar la libreta y apuntar algo en ella. Gente metódica la de este pueblo pensaba de nuevo. 

    Frustrado después de haber pasado mas de 3 semanas lejos de Nueva York, sin haber cerrado aun ningún negocio, Jorge decidió recorrer las afueras del pueblo y subiendo el blanco acantilado que coronaba el bello pueblo se encontró con un cementerio. Un cementerio normal de un pueblo escoces y sin darse cuenta&

    180. La hormiga perdida (Infantil)

    180. La hormiga perdida (Infantil)

    Había una vez una hormiguita que se había separado del  resto de sus compañeras y se sentía muy sola y perdida.

    —¡Qué mala suerte tengo! Me han abandonado —decía llorando, sin dejar de buscar por un lado y por otro.

    Pasó por allí una lagartija y le preguntó:

    —¿Por qué lloras?

    —Estoy perdida, el resto de mi grupo se ha ido y no las encuentro, tengo mucho miedo porque no sé volver a casa yo sola.

    —No te preocupes, las encontraremos, ¡ven conmigo!

    La hormiguita, como era tan pequeña, se subió encima de la lagartija.

    —Vamos a dar una vuelta por el campo a ver si alguien las ha visto pasar.

    Llegaron a un arroyo y una rana les preguntó:

    —¿Dónde va una hormiga encima de una lagartija?

    La lagartija le contó que la hormiguita estaba muy asustada porque no encontraba a sus compañeras y ella quería ayudarla.

    —Yo también quiero ayudar, subid las dos encima de mí, vamos a ir por la orilla del río a ver si alguien las ha visto pasar, pero no llores más, ya verás como entre la lagartija y yo las encontramos.

    La hormiguita, subida encima de la lagartija, estaba entusiasmada del paisaje que veía, pero ahora que la lagartija se había subido encima de la rana, no os podéis imaginar cómo se sentía.

    —¡Qué de cosas veo desde aquí! ¡Qué grande es todo! —decía abriendo los ojos de par en par, asombrada. Ya no lloraba y su miedo estaba desapareciendo al darse cuenta de que los animales con los que se encontraba querían ayudarla. Eso la hacía sentirse mejor.

    —¿Adónde va una hormiga subida encima de una lagartija y subidas las dos encima de una rana? —preguntó la tortuga.

    Y le contaron la historia.

    —Yo también quiero ayudar, subid las tres encima de mi caparazón, que yo sé dónde pueden estar las hormigas.

    —Pero tú eres muy lenta —le dijo la lagartija.

    —Pero soy muy vieja y por lo tanto muy sabia, yo sé las costumbres de cada uno de los animales que se encuentran por los alrededores, por eso creo que puedo ayudarla a encontrar su hormiguero.

    La hormiguita estaba fascinada, no podía ni hablar de la emoción. Nunca había visto tantas cosas como las que veía desde encima de la lagartija, la rana y el caparazón de la tortuga: el río, los campos llenos de flores, las montañas, las casas a lo lejos… No podía imaginar que el mundo fuera tan grande.

    «Si mis compañeras vieran esto», pensó sintiendo un poco de pena, pero ya nada de miedo porque todos los animales con los que se encontraba querían ayudarla a buscar a sus compañeras. Pensó también en lo divertido que era ir encima de una lagartija que iba encima de una rana que iba encima de una tortuga. «Si me vieran aquí subida…»

    Al pasar por el camino encontraron una hilera de hormigas y la tortuga les preguntó:

    —¿Acaso estáis buscando a una de vuestras compañeras?

    —Sí, sí —contestaron llorosas—, se nos ha perdido hace un rato y no queremos volver a casa sin ella, la pobre estará muy asustada y… ¿Por qué llevas encima de tu caparazón a una rana? ¿Y por qué esta rana lleva encima una lagartija? ¿Y por qué esta lagartija lleva encima a una… ¡compañera!?

    No se podían creer lo que estaban viendo.

    —¡Compañeras, os encontré! Gracias a estas amigas os he encontrado y además he conocido lo grande que es el mundo. Al principio sentía miedo, estaba muy asustada, creía que estaba sola, pero después la lagartija me ayudó, y la rana y la tortuga, que, como es muy sabia y tiene muy buena memoria, sabía dónde podíais estar.

    Primero se bajó de la tortuga la rana, luego la lagartija se bajó de la rana y, por último, la hormiguita se bajó de la lagartija.

    Las hormigas le explicaron lo importante que era no separarse del grupo para no perderse y dieron las gracias a los animales que la habían ayudado.

    Dicen los que saben que Desde ese día la hormiguita camina cerca de sus compañeras, procura no despistarse para no pe

    163. El ermitaño

    163. El ermitaño

    Había una vez un monje ermitaño que vivía en lo alto de un peñasco rocoso a las afueras de el pueblo. Según la costumbre el monje ermitaño debe encontrar a  su sucesor antes de morir  ya que si no escogia el mismo su sucesor su gruta de ermitaño se tendría que cerrar cuando moriera y se perdería la continuidad histórica de su orden de ermitaños. El maestro escogío a un joven monje que deseaba tomar el camino que su maestro habia vivido durante años. Parte del proceso era que el discípulo comprendiera como es la vida del ermitaño y como se relaciona con aquellos que viven en el pueblo cercano. 

    Un día el discípulo se acerco a la gruta donde vivía el ermitaño y le pidió que si lo dejaba presenciar sus entrevistas con los habitantes del pueblo que iban allí a preguntarle por sus consejos. El monje le permitiría asistir pero con una sola condición. El discípulo no podría por ningún motivo hablar y tendría que permanecer inmóvil y en total silencia mientras los asistentes le hacían preguntas al maestro ermitaño. 

    Al llegar la mañana un hombre con cara triste y angustia visible subió lentamente a sus gruta y sentándose frente al maestro ermitaño le pregunto 

    -Maestro, ¿Dios existe? 

    -Sí -fue la lacónica respuesta. Ahora vete. El hombre sonrio y se marcho. 

    En la segunda visita fue una mujer que subió el camino rezando a cada paso y repitiendo las oraciones aprendidas. 

    La mujer  también preguntó:

    -Señor, ¿Dios existe?

    -No -fue en esta oportunidad la contestación. Ahora vete. La mujer regreso por el camino con su cara descompuesta por la respuesta. 

    En una tercera visita un joven preguntó: 

    -Maestro, ¿Dios existe?

    En esta ocasión, el Maestro guardó silencio, y el joven se marchó sin una respuesta a la pregunta formulada. 

    El discípulo, desconcertado por la extraña conducta del Maestro, no pudo por menos que preguntarle: 

    -Señor, ¿cómo puede ser que a tres preguntas iguales hayas respondido de modo diferente cada vez? Yo no se que pensar de tus respuestas ante la mas trascendental de las preguntas que un hombre puede hacerte  

    -Lo primero que has de saber -contestó el Maestro- es que cada contestación va dirigida a la persona que pregunta y por tanto no es para ti ni tampoco para nadie más, y lo segundo es que he respondido de acuerdo con la realidad y no con las apariencias. 

    En el primer caso se trataba de un hombre en el que mora la divinidad pero que ahora vive un momento de oscuridad y duda, por eso he querido apoyarlo. 

    El segundo caso se trataba de una mujer beata apegada a las formas externas de la religión tanto que ha descuidado a su familia por atender el templo, y por ese motivo es bueno que aprenda a encontrar a Dios entre los suyos. 

    El tercer caso se trataba sólo de alguien que ha venido a verme por curiosidad y sencillamente ha improvisado esa pregunta como podía haber hecho cualquier otra. Y la pregunta no merecía una respuesta. 

     

     

    162. El caminante (Infantil)

    162. El caminante (Infantil)

    Habia una vez un viajante que  des pues de varias horas  caminando bajo el sol pasó por una pequeña granja, la única que había en muchos kilómetros a la redonda. El olorcillo a cocido llegó hasta su nariz y se dio cuenta de que tenía un hambre de lobo. Llamó a la puerta y el dueño de la casa, bastante antipático, le abrió.

    – Buenas tardes, señor.

    – ¿Quién es usted y qué busca por estos lugares?

    – No se asuste, soy un simple viajero que va de paso. Me preguntaba si podría invitarme a un plato de comida. Estoy muerto de hambre y no hay por aquí ninguna posada donde tomar algo caliente.

    El granjero no se compadeció y para quitárselo de encima le dijo en un tono muy despectivo:

    – ¡Pues no, no puedo! Son las cinco y mi esposa y yo ya hemos comido ¡En esta casa somos muy puntuales y estrictos con los horarios, así que no voy a hacer ninguna excepción! ¡Váyase por donde vino!

    El hombre se quedó chafado, pero en vez de venirse abajo, reaccionó con astucia; justo cuando el granjero iba a darle con la puerta en las narices, sacó un billete de cinco pesos del bolsillo de su pantalón y se lo dio a un niño que jugaba en la entrada.

     

    – ¡Toma, guapo, para que juegues! ¡Si quieres otro dímelo, que tengo muchos de estos!

    El granjero vio de reojo cómo el desconocido le regalaba un billete de los gordos a su hijo y pensó:

    – “Este tipo debe ser rico y eso cambia las cosas… ¡Le invitaré a entrar!”

    Abrió la puerta de nuevo y con una gran sonrisa en la cara, le dijo muy educadamente:

    – ¡Está bien, pase! Mi mujer le preparará algo bueno que llevarse a la boca.

    – ¡Oh, es usted muy amable, gracias!

     

    Aguantando la risa, el viajero pasó al comedor y se sentó a la mesa ¡Había echado el anzuelo y el pez había picado!

    Mientras, el granjero, un poco nervioso, entró en la cocina para hablar con su mujer. En voz baja, le dijo:

    – Creo que este desconocido está forrado de dinero porque le ha regalado a nuestro hijo un billete de cinco pesos  ¡y le escuché decir que tiene muchos más!

    – ¿En serio?… Pues entonces no podemos dejarle escapar ¡Tenemos que aprovecharnos de él como sea!

    – ¡Sí! Vamos a intentar que esté lo más contento posible y ya se me ocurrirá algo.

    El granjero y su mujer adornaron la mesa con flores y sirvieron la comida en platos de porcelana fina que se sintiera como un rey, pero el viajero sabía que tanta atención no era ni por caridad ni por amabilidad, sino que lo hacían por puro interés, porque pensaban que era rico y querían quedarse con parte de su dinero ¡El plan había surtido efecto porque era lo que él quería que pensaran!

    – Señora, este es el mejor arroz con pollo que he comido en toda mi vida ¡Tiene usted manos de oro para la cocina!

    – ¡Muchas gracias, me alegro mucho de que le guste! ¿Le apetece un café con bizcocho de manteca?

    – Si no es molestia, acepto encantado su invitación.

    – ¡Claro que no, ahora mismo se lo traigo!

    El postre estaba para chuparse los dedos y el humeante café fue el colofón perfecto a una comida espectacular.

    – Muchas gracias, señores, todo estaba  realmente delicioso. Y ahora si me disculpan, necesito ir al servicio… ¿Podrían indicarme dónde está?

    – ¡Claro, faltaría más! El retrete está junto al granero; salga que en seguida lo verá.

    – Muchas gracias, caballero, ahora mismo vuelvo.

    Y dicen las malas lenguas que todavia estan esperando al viajero. 

    156. El Soñador

    156. El Soñador

    Había una vez una hombre que decía que todo lo que soñaba se le hacia real. Este hombre alguna vez soño que se ganaba la lotería y al día siguiente se levanto y recorrió toda la ciudad buscando un lotero que tuviera el numero que había soñado durante la noche. Recorrió calles, parques y callejuelas tratando de encontrar el numero que había soñado horas antes. Finalmente a última hora, minutos antes de que cerraran los locales previos a la ejecución de la rifa encontró el numero que buscaba y lo compro. Al día siguiente se entero que el numero que había comprado había ganado. Presuroso fue a cobrar su premio y con el dinero se compro una casa en el mejor barrio de la ciudad y el resto del dinero lo guardo para vivir sin necesidad de trabajar. Sin embargo alguna vez alguien le había dicho afortunado en el juego desafortunado en el amor. Y así parecía ser porque años habían pasado y pese a su fortuna nunca había encontrado una mujer que se enamorara de el.

     

    El hombre sabia que todo lo que soñaba se le hacia realidad. Una noche soño que una mujer hermosa se presentaba ante el y que maravillada por el lo recogia y se lo llevaba a vivir junto a ella. El hombre que solamente tenia de gracia su dinero salió a recorrer las calles a fin de encontrar a la mujer de sus sueños y recorriendo calles, parques y callejuelas se dedico a buscar a la mujer de sus sueños, pero no la había encontrado. 

     

    Finalmente cansado se durmió sobre un banco de madera en una esquina de el parque de los artistas, pasadas varias horas se despertó y vio como un artista había aprovechado que el estaba dormido plácidamente para pintarlo sobre una de sus telas,  El artista le ofrecio el cuadro para la venta pero este lo rechazo al verse tan feo como era pintado en aquel lienzo. Era un retrato fiel de el pero recordó que tenia que encontrar a su amada que lo llevaría a vivir con ellas y se marcho. 

     

    Cuando salía del parque, antes de cruzar la esquina opuesta del parque, se giro para ver por ultima vez al artista que lo había pintado y vio como junto a el se encontraba la mujer de sus sueños, era exactamente como lo había soñado, bella, dulce, sonriente y natural. Ella era la que se le había aparecido en sus sueño la noche anterior. Y ella estaba allí precisamente en ese momento comprando el cuadro de su retrato al artista, y el hombre vio como su amada tomaba el retrato, se daba media vuelta y se marchaba por el oscuro callejón opuesto del parque de los artistas.

     

    148. El crisantemo (Leyenda de Japón)

    148. El crisantemo (Leyenda de Japón)

    Había una vez una pareja en Japon que tenia un hijo de solo dos años. Una mañana el niño amaneció enfermo y sus padres lo llevaron donde los médicos del pueblo. Los médicos le recetaron algunos remedios, pero el niño no mejoraba de su condición de enfermo. La madre desesperada veía como su hijo perdia la vitalidad y como la fiebre no cedía y por el contrario continuaba subiendo. Una amiga de la familia les recomendó ir donde un anciano sabio que vivía a las afueras del pueblo y que se decía que conocía todas las hierbas medicinales y los remedios requeridos para toda enfermedad. Al día siguiente la madre salió en busca de aquel hombre dejando a su marido cuidando al niño. 

     

    Despues de recorrer horas y horas llego hasta una pequeña casa donde supuestamente vivía el anciano sabio. Efectivamente un hombre con piel curtida por los años y una barba blanca salió a recibirla y sin siquiera presentarse le pregunto

     

    Dime buena mujer, Que has venido a buscar donde este viejo. 

     

    La madre derramando una cortina de lagrimas le dijo 

     

    Mi hijo esta enfermo hace varios días y me han dicho que usted es el único que lo puede salvar. Me han dicho que usted conoce los remedios para todas las enfermedades.

     

    El viejo miro a la mujer y le dijo.

     

    Te han dicho mal, Mujer. Yo no tengo el don de curar los enfermos, pero si tengo un don único. Puedo decir cuantos días va a vivir un ser humano. La mujer con tristeza reconoció que su hijo podía morir y aferrada a la esperanza le pregunto al viejo que cuantos serían esos días. 

     

    El viejo le dijo. Solo la naturaleza lo puede decir. Ve inmediatamente al bosque y busca una flor amarilla, cortala y tráemela. Pero te advierto que esa flor será la que te diga cuantos días vivirá tu hijo. Tu hijo vivirá los mismos días que los pétalos de la flor. Corta la flor y yo te dire cuantos días vivirá tu hijo. 

     

    La mujer salió hacia el bosque y no bien entrado en el vio un arbusto con flores amarillas, al acercarse a ella con el corazón en lagrimas corto una de las flores y con amargura conto que solamente tenia 4 pétalos. Con dolor y rabia de saber que su hijo solo vivirías cuatro días mas comenzó a rasgar cada uno de los pétalos de la flor  cortándolos en finísimas tiras hasta que cada uno de los pétalos se dividieron en miles de pequeñisismas partes.  Cuando termino de dividir los pétalos se dirigio donde el anciano y este la recibió con una sonrisa cuando vio la flor que tenía en sus manos la madre del niño. 

     

    El anciano le dijo. Solamente una madre podría hacer un prodigio como este. Como te lo había dicho esta flor que tienes en tu mano indicara cuanto días vivirá tu hijo. El vivirá miles y miles de días y se casara y tendrá muchos hijos. Ahora lleva esta flor al campo y depositala donde la cortaste y ve a ver a tu hijo. 

     

    Cuando la mujer llego a su casa encontró a su hijo recuperado y jugando con sus juguetes y durante muchos años la mujer espero la oportunidad de visitar de nuevo al viejo. Un día paso a visitarlo y su casa estaba rodeada de la misma flor que había cortado, pero cada una de ellas tenia miles y miles de pequeños pétalos. Y se dice que desde esa época los crisantemos tienen tantos pétalos que son imposibles de ser contados. 

     

     

    134. Los cofres de oro - Corregido (infantil)

    134. Los cofres de oro - Corregido   (infantil)

    Había una vez barbero que de camino hacía el castillo del rey paso bajo un árbol y escuchó una voz que le decía. 

     

    Te gustaría tener siete tarros de oro. El barbero miro a todos lados y no vió a nadie. Pero su codicia se había despertado y dijo. Si claro que si. Me gustaría mucho. “entonces regresa a tu casa enseguida y allí los encontrarás.

     

    El barbero fue corriendo a su casa y  Y en efecto: allí estaban los siete cofres, todos ellos llenos de oro, excepto uno que estaba medio lleno. Entonces el barbero no pudo soportar la idea de que un cofre no estuviera lleno del todo. Aquella noche se despertó a media noche sobresaltado de saber que había un cofre que no estaba totalmente lleno y Sintió un violento deseo de llenarlo; de lo contrario no sería feliz.

    A la Mañana siguiente tomo todas las joyas de la familia y las cambió por monedas de oro en la plaza del pueblo y corriendo llego a su casa y las echó en el cofre. Pero éste seguía igual que antes: medio lleno. ¡Aquello lo exasperó! Durante los días siguientes se puso a trabajar y a ahorrar y a economizar como un loco, hasta el punto de hacer pasar hambre a su familia. Pero todo era inútil. Por mucho oro que introdujera en el cofre, éste seguía estando medio lleno.

    De modo que un día pidió al rey que le aumentara el sueldo. El rey que apreciaba mucho a su barbero ordeno que le fuera doblado el sueldo y reanudó su lucha por llenar el cofre. Dinero que recibía era dinero que depositaba en su cofre semi-lleno.  Incluso llegó a mendigar en la calle para recibir así nuevas monedas que depositar en el  cofre de oro. Y el cofre engullía cada moneda de oro que en él se introducía, pero seguía estando obstinadamente a medio llenar.

    Pasadas unas semanas el Rey cayó en la cuenta del miserable y famélico aspecto del barbero. Y le preguntó: “¿Qué es lo que te ocurre? Cuando tu sueldo era menor, parecías tan feliz y satisfecho. Y ahora que te ha sido doblado el sueldo, estás destrozado y abatido. ¿No será que tienes en tu poder los siete cofres de oro?”.

    El barbero quedó estupefacto: “¿Quién os lo ha contado, Majestad?”, preguntó. El Rey se rió. “Es que es obvio que tienes los síntomas de la persona a quien el fantasma de la avaricia a ofrecido los siete cofres de oro.

     

    Te voy a contar algo que me conto mi padre. Hace muchos años de regreso de otras tierras mi padre pasó por una arboleda y vió un ser oscuro que con voz suave lo ofreció los siete cofres  de oro. Mi padre corrió de regreso al castillo y encontró en la puerta del castillo los siete cofres de oro y uno de ellos semi lleno. Me contó mi padre que después dedicó años y años a atesorar oro para tratar de llenar dicho cofre, subió los impuestos a sus súbditos y vendió todas las joyas reales y nada nunca fue suficiente para llenar el cofre. Mi padre murió desdichado, infeliz y odiado en el reino porque jamas pudo llenar el ultimo cofre. En su lecho de muerto me advirtió de el fantasma y los cofres. Y un día me encontré con el fantasma y me ofreció los siete cofres  de oro. Tentado de recibirlos pero recordando a mi padre acaté a preguntarle si el oro podía ser gastado o era únicamente para ser atesorado; El fantasma inmediatamente se esfumo sin decir otra palabra. Aquél oro no podía ser gastado. Lo único que ocasiona es el vehemente impulso de amontonar cada vez más. Anda, ve y devuélveselo al fantasma ahora mismo y volverás a ser feliz”.

     

    122 El mono y el puma- corregido (Infantil)

    122 El mono y el puma- corregido (Infantil)


    Había una vez un mono que había aprendido a pescar y se sentía muy orgulloso de que finalmente podía ir al rio y pescar su alimento del día. Un día debido a la sequía que había en la regíon el rio se había llevado muchos de los peces y el mono demoro varias horas en coger los pescados para alimentarse. Y se dijo a sì mismo.. Ahora tengo los peces que necesito para darme un banquete. 

     

    Despues de haber cogido los peces, se los engarzo con mucho cuidado y lentamente se fue hacia lo profundo del bosque para prepararse la comida. Cuando llego a su casa, prendió la hogurea y se puso a asar el pescado. 

     

    El puma que se encontraba tirado en la pradera con su piel dorada, y que además tenía un olfato finísimo sintío que un hilo de olor a pescado le tocaba su nariz y rápidamente se levanto y fue corriendo hasta el origen de aquel exquisito olor. Allí vio como el mono diligentemente estaba asando unos ricos pescados. El puma con suavidad, para no asustar al mono, se acerco y fingiendo una voz suave y delicada le dijo…

     

    Mono que estas preparando… El mono con un poco de temor al ver al puma tan cerca, solo alcanzo a decir mientras temblaba. 

     

    Unos pescados para la comida. 

     

    Mmm dijo el puma….que olor tan agradable tienen….

     

    Desafortunadamente solo son unos pocos porque el rio esta muy bajo por la sequia y no alcanza para dos…dijo el mono tratando de ocultar su miedo.

     

    No importa, dijo el puma. Yo solo quiero probar la punta de uno de ellos. E hizo un gesto levemente amenazador al mono. 

     

    El mono que se sintió amenazado escogio un pescadito pequeño, lo abrió, le quito el espinazo y se lo paso al puma y este se lo comio de un solo mordisco. Diciendo. Lo siento no me pude controlar y me lo comi todo. Y esta delicioso. 

     

    El modo dijo.Me alegra que te guste pero no tengo muchos mas.

     

    Sin embargo, dijo el puma. Me gustaría probar otro…Y miro al mono con ojos amenazadores. El mono sintiendo que el puma lo podía devorar a el, le paso otro pescado y luego otro y luego otro y otro, hasta que el puma se los comió todos. 

     

    De pronto el mono vio pasar una cebra y dijo….

     

    Mmmm que linda quedo mi clienta con sus rayas. 

     

    El puma le dijo… Clienta a que te refieres.

     

    Esa que ves allí era una mula que se sentía muy aburrida de su pelaje y vino a mi, que soy un estilista consagrado para que le tatuara algunos rayas de colores y así verse mas bella. Y yo le pinte las rayas con cuidado y mira que bella se ve ahora. Realmente ahora tiene la piel mas hermosa de todos los animales.

     

    El puma que siempre era muy envidioso, miro la cebra y sus bellas líneas de color negro y dijo… Yo también quiero tener una piel bella. Dejame mejor que ella. 

     

    El mono sonriendo le dijo… Esta bien pero me tienes que traer a cambio comida y unas lianas. 

     

    El puma salió presuroso y le trajo un racimo de bananos al mono y una lianas que salían de una árbol. Cuando llego el mono se sentó a comer sus bananas y cuando termino le dijo al puma. 

     

    Ahora te voy a pintar, pero te advierto que te va a doler. 

     

    No importa dijo el puma. 

     

    Ok te tengo que amarrar con estas lianas para que no se dañe la pintura y no te muevas

     

    No importa repitió el puma. Y tomando las lianas lo ató a un árbol. 

     

    Luego el mono se acerco a las brazas ardientes donde había asado los pescados y tomando uno de los leños ardientes se acerco al puma, que se encontraba atado al árbol y le dijo

     

    Ahora si me las vas a pagar

     

    Y con el leño ardiente quemo la piel del puma diciéndole y esto por el pescado que me robaste&a

    104. La princesa y el sapo (Version Millenials)

    104. La princesa y el sapo (Version Millenials)


     

    Había una vez, había una vez una princesa que vivía en un castillo muy confortable y organizado con sus padres los mandatarios no democráticamente electos de aquel reino y sus hermanos de genero masculino que a diferencia de ella se divertían y disfrutaban de el privilegio de ser hombres mientras que ella la mujer de la familia vivía una vida subyugada por la estructura de poder masculino impuesta por las recalcitrantes tradiciones machistas que no le permitían explorar mas alla de las linderos que su condición de mujer le imponían.

     

    La princesa tenia cuyo único plan diurno salir a jugar en el jardín del castillo ya que sus viejos no la dejaban salir más allá de la opresivos limites impuestos por los Walls del realstate de sus padres. 

     

    La heredera legítima de aquella casta de privilegiados padres tenia como único plan salir a tirar una pelota dorada contra la pared y luego recogerla y tirarla de nuevo. Sus padres le habían prohibido por un tiempo el uso del celular por haberlos troliado desde su cuenta de Instagram y así como única diversión tenia jugar sola con la pelota en el backyard de su castillo.

     


    Aquel día mientras su resentimiento creica por que sus padres no la entendían ni le dejaban expresar su propia identidad como ser humana, tiro la bola de oro contra la pared y esta golpeo el borde de uno de los ladrillos dorados y saltando se alejo hasta caer dentro de el lago que adornaba el idílico jardín. 

     

    La bola con sus dorados reflejos se perdió entre el pantano de aquel lago y se perdió de vista. La princesa que tenia como único objeto de placer dicha bola se sintió muy triste pero recordando los consejos que su sicologa de cabecera le daba en sus citas semanales pensó que  en vez de llorar debía hacer una nota mental de sus errores al tirar la bola y así perfeccionar el lanzamiento contra la pared la próxima vez. 

     

    De pronto oyo una voz que venia de una de uno de los matorrales en el borde del lago que le decía. Princesa si lo deseas yo puedo recuperar tu dorada bola. 

     

    La princesa que no sabia quien le estaba hablando se asusto mucho y dijo Quien eres tu y que haces aquí en mi jardín… Acaso eres un stalker voy a llamar a mis guardaespaldas inmediatamente. 

      

    Y de repente un sapo salto fuera del matorral y se acerco a ella. 

     

    Nooo Princesa… Soy solamente un humilde sapo que quiere ayudarte recogiendo la bola si así lo deseas. 

     

    La princesa mirando el sapo le dijo. La verdad te agradezco mucho tu interés en aliviar mi actual situación pero no estoy de acuerdo en utilizar seres de otra especie  para solucionar  mis problemas personales. Ademas pienso que poner a un animal a trabajar es básicamente un claro ejemplo de abuso animal. 

     

    El sapo le contesto. Ok te entiendo y aprecio tu consideraciones éticas con mis congeneres pero te propongo que hagamos un trato – Puedo trabajar contigo Probono. 

     

    Puedo tratar de recuperarte la  bola y si lo consigo tu podrías compensarme con algo si te sientes conforme con el resultado de mis esfuerzos. 

     

    La princesa que vio que en el trato de había ningún abuso animal ni un claro aprovechamiento sobre otras especies menores acepto. 

     

    El sapo se hundió en el poso y después de algunos minutos salió a la superficie con la dorada bola entre su boca y después de depositarla a los pies de la princesa le dijo. 

     

    Ahora que te he traído tu bola quisiera explorar la posibilidad de que tu dejes atrás tus perjuicios ancestrales y quieras atreverte a demostrar tu pansexualidad con una comunión afectiva entre especies ofreciéndome un osculo de tu boca.

     

    La princesa que nada entendió de lo que el sapo le estaba diciendo sol

    74. El rey del reino vegetal

    74. El rey del reino vegetal

    Había una vez…una reunión citada con urgencia entre las plantas y los arboles. Durante muchos años las plantas y los arboles habían estado creciendo y multiplicándose sin ningún orden y entre ellas se dieron cuenta que era necesario que existiera el rey de las plantas. 

     

    Una vez reunidas se paso a leer el orden del día con la ayuda del papiro que era reconocido por su versatilidad para llevar registro de todo lo que sucedía. El papiro leyó el acta de reunión diciendo 

     

    Nos encontramos aquí reunidos para enfrentar una de las más difíciles tareas que nuestra comunidad puede afrontar. Debemos identificar y nombrar un rey entre nosotros. Un líder al que le depositemos toda la confianza para que nos lleve adelante por los próximos años. Un líder que sepa como gobernar. 

     

    Inmediatamente las plantas  y los arboles se pusieron a discutir quien podría ser ese rey. El primero que se identifico era el árbol del olivo. Este árbol era reconocido por su sabiduría y por poder vivir muchos  y muchos años. Su tronco retorcido le permitía escapar a las más diversas circunstancias y a acomodarse a los vientos cambiantes del tiempo. Una vez presentada su candidatura el Olivo con vos parcimoniosa y profunda rechazo el honor ya que la producción de olivos  era su principal misión en la vida y millones de seres requerían de este producto. Definitivamente no acepto porque tenía que dedicar su vida a producir los olivos que servían de alimento a otros y a la producción de aceite de oliva tan importante en la dieta de millones de personas. 

     

    Acto seguido se pensó en nombrar rey al viñedo, que era un miembro importante de la comunidad de plantas y arboles. Su presencia en muchas partes hacia de él un gran conocedor de las necesidades de sus hermanos del reino vegetal. Cuando fue leida su candidatura, el viñedo mismo se planto ante sus hermanos y les explico que igual que su fiel compañero el olivo el estaba encargado de producir las uvas que alimentaban gran parte de la población y el vino que daba alivio a millones de personas. El viñedo no tenía tiempo para dedicarse a los menester de gobernar.

     

    Posteriormente siguieron con el árbol del abedul por su belleza y el poder curativo de sus hojas y tallos. Obviamente el abedul se sintió honrado por la oferta pero la declinó explicando que no podía aceptar ser rey porque de él dependía muchos remedios caseros que era usado por la población mundial y de dedicarse a gobernar lo llevaría a abandonar su propósito curativo. 

     

    De pronto una planta  gritó de entre la multitud. Yo propongo que el cardo sea nombrado rey de las plantas y los arboles. 

     

    El cardo !!!!. Dijo el papiro…Si todos sabemos que el cardo es un ser inútil y arrogante .  De todos es conocido  que con su pomposa vestimenta morada le encanta  pavonearse  por los campos , que no sirve para nada, que lo único que produce son espinas y que su único objetivo en la vida es hacer daño. Como es posible que se proponga como un rey entre nosotros

     

    A lo que la planta que había gritado el nombre de el cardo respondio

     

    Precisamente  las características de un rey .

     

    Y todas las plantas y arboles comprendieron el mensaje y de forma unánime aclamaron como rey de las plantas y los arboles a su majestad el cardo. 

    73. Rita la Sombrillita (Infantil)

    73. Rita la Sombrillita (Infantil)

    Había una vez una sombrillita que se llamaba Rita. Rita la sombrillita era muy tímida y desde chiquita se había distinguido por sus colores tan bellos. Rita la sombrillita había nacido con 7 colores y mientras las otras sombrillitas tenían un solo color rita era una combinación de colores desde el violeta hasta el rojo. 

     

    Pero si bien Rita era muy bonita con sus colores tenia un pequeño problema que le avergonzaba confesar. Rita la Sombrillita le tenía miedo a la lluvia. Rita que había nacido para servir de protectora de los niños y los adultos cuando empezaba a llover no se atrevía a abrirse para enfrentar a las gotas de lluvia que caían del cielo. 

     

    La dueña de Rita era una niña llamada verónica. Verónica era  muy tierna y quería mucho a Rita, pero cuando verónica iba a salir al parque o iba a salir a caminar rumbo al colegio y notaba que iba a empezar a llover tenia que tomar otra sombrilla porque Rita se negaba a salir. 

     

    En cambio cuando Verónica quería ir a la playa, La sombrillita Rita Saltaba de felicidad de su porta sombrillas y apenas Verónica y los papas llegaban a la playa Rita se abría mostrando los 7 colores con que había nacido. Y hay que decir que Rita era la única sombrilla multicolor que existía y ella se sentía muy orgullosa de serlo. 

     

    Un día Veronica estaba en la playa con sus padres y obviamente la Sombrillita Rita. De repente aparecieron unos nubarrones negros que taparon el sol que llegaba a Rita y una gotas de lluvia comenzaron a caer. Cuando Rita sintió que las gotas le llegaban instantáneamente se cerró en si misma y para pesar de todos los intentos que los padres de Verónica hicieron para volverla a abrir fue imposible y tuvieron que salir corriendo de la playa para no mojarse con la lluvia que empezaba a caer. Verónica se sintió muy triste y la Sombrillita Rita se sintió más triste por no haber ayudado a Veronica.

     

    Cuando Rita llego a la casa, y se reunió con las otras sombrillas en el porta sombrillas familiar, las otras sombrillas le preguntaron que te pasa Rita y Rita les contó lo que había sucedido. Después de que las otras sombrillas amigas la habían consolado Rita se puso a meditar tratando de encontrar una forma de superar su miedo al agua de lluvia. 

     

    Al día siguiente Rita vio como verónica salía para el colegio y como era una mañana lluviosa ella se quedo en la casa viendo como las gotas de lluvia tocaban el vidrio de la habitación de verónica antes de caer y formar un pequeño charco afuera. De pronto Rita vio como una gota de lluvia que había llegado a la ventana se quedo mirándola fijamente y haciéndole un guiño con su ojo de gota de lluvia llamo la atención de Rita.

     

    Rita que como sabemos le tenía miedo a la lluvia inicialmente trato de ignorar a esta gotica, pero la gotica le seguía haciendo caritas. Rita finalmente le dijo. 

     

    Quer quieres Gota de Lluvia. No sabes que yo les tengo miedo a ustedes Dime porque me estas haciendo caras y guiñándome el ojo de agua. 

     

    La Gotica que se llamaba Lilo, le dijo que ella había sido muy timida y que veía que ella era la única sombrillita que estaba en la casa en los días de lluvia y quería saber porque. 

     

    Rita le explico que desde pequeña le daba susto el sonido de las gotas cayendo y que cuando las gotas caían sobre ella sentía mucho frio en su tela de sombrilla. 

     

    Lilo de dijo que eso era verdad pero que el sonido podía ser un sonido muy dulce y que algunas personas pensaban que el sonido de las lluvia era muy lindo y suave. Y que el frio de las gotas era igualmente muy refrescante. Y le contó además que ella conocía un secreto que podría hacerla disfrutar de la lluvia 

     

    Rita se sintió muy intrigada por las palabras de la gotica lilo y le pregunto que cual era el secreto. 

    69. Vudú

    69. Vudú

    Había una vez una pareja que andaba en problemas matrimoniales

     

    La esposa del señor Decker acababa de regresar de un viaje a Haití —viaje que había realizado sola—, para que las cosas se calmasen un poco antes de abordar la cuestión del divorcio.

    De nada sirvió. Ni él ni ella se calmaron en lo más mínimo. En realidad, descubrieron que todavía se odiaban más cordialmente que antes.

    —La mitad —dijo la señora Decker con firmeza—. No me conformaré con nada que no sea la mitad del capital, más la mitad de los bienes.

    —¡No digas sandeces! —rezongó el señor Decker.

    —¿Sandeces? Podría quedarme con todo, ¿sabes? Y muy fácilmente, pues mientras me hallaba en Haití me dediqué a estudiar vudú.

    —¡Tonterías! —dijo el señor Decker.

    —No lo son. Y tendrías que agradecer que yo sea una mujer de buenos sentimientos, pues podría matarte muy fácilmente si lo deseara. Entonces me quedaría con todo el dinero y todos los bienes, sin temor alguno a las consecuencias de mi acción. Una muerte realizada por medio del vudú no puede distinguirse de una muerte causada por un ataque al corazón.

    —¡Imbecilidades! —exclamó el señor Decker.

    —¿Eso crees? Mira, tengo cera y una aguja de sombrero. Dame un mechón de tu cabello o un trocito de uña, no necesito más, y te lo demostraré.

    —¡Falsedades! —dijo el señor Decker, despectivo.

    —Entonces, ¿por qué tienes miedo que lo pruebe? —dijo la señora Decker—. Como yo sé que es efectivo, te voy a hacer una proposición. Si no te mueres, te concederé el divorcio y no reclamaré absolutamente nada. Si te mueres, toda la fortuna pasará a mis manos en forma automática.

    —¡Trato hecho! —exclamó el señor Decker—. Ve a buscar la cera y la aguja —luego se miró las uñas—. Las tengo muy cortas. Te daré un mechón de cabellos.

    Cuando él regresó con unas hebras de cabello en la tapa de un tubo de aspirina, la señora Decker ya había comenzado a ablandar la cera. Enseguida pegó los cabellos sobre ella y la modeló, dándole la tosca apariencia de un ser humano.

    —Lo lamentarás —dijo, clavando la aguja en el pecho de la figura de cera.

    El señor Decker quedó verdaderamente sorprendido, pero su gozo fue muy superior. Él no creía en el vudú, pero como era un hombre precavido prefirió no arriesgarse.

    Además, siempre le había irritado que su esposa limpiase con tan poca frecuencia el cepillo de ella para el cabello.