hablarconloshijos

¿Tiene cabida el "NO" en la educación de nuestros hijos? ¿Cómo nos expresamos para evitar expresarnos en negativo y subrayar lo positivo?

Nuestra palabra debe llevar a nuestros hijo e hijas hacia el crecimiento, hacia la plenitud, hacia lo que es verdadero, bueno y bello. Es una palabra de impulso y ayuda. Porque las palabras crean mundos y realidades...Y también en nuestros hijos.

Si, por ejemplo, digo: "nunca aprenderás"; o "siempre estás distraída", esa realidad en mi hija, la "profetizo". Si, en cambio digo:"si te organizas lo conseguirás";...,La cosa es bien distinta, la profecía es la contraria...

Fernando Rielo decía: «El ser humano es una persona finita abierta al infinito». Nuestras palabras pueden lanzar a nuestros hijos al infinito...o no.

Jesús García nos da unos cuantos consejos y expresiones "tipo" para mejorar las palabras que utilizamos.

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Hoy nos centramos en una forma de comunicarnos que puede ayudarnos mucho a evitar conflictos y a que tanto nosotros como nuestros hijos e hijas crezcamos en asertividad y responsabilidad. Hoy hablamos de la Comunicación YOICA. ¿Qué es?

Es una manera de expresarnos desde el "yo": "Yo siento, pienso, valoro, etc.," de forma que en lugar de reprochar malas conductas, hacer un juicio de valor o recordarles que están haciendo las cosas mal, enviamos mensajes en primera persona comunicando nuestros sentimientos, opiniones, deseos y preferencias: “Me siento mal”, “Me gustaría que…”, “Opino que…”, “Yo creo que…”, “Os propongo…”

Este tipo de lenguaje favorece la comunicación desde el respeto a la vez que transmite seguridad y firmeza. Además también ayuda a generar confianza y autonomía en nuestros hijos e hijas.

¿Conocías este tipo de comunicación? ¿Te animas a ponerla en práctica? ¡Cuéntanos cómo te va!

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Seguimos hablando de la comunicación con nuestros hijos. Recordamos que la comunicación no es neutra: o es SANA o es TÓXICA, pero nunca es ASÉPTICA.

La comunicación tóxica tiene grados e intensidad. Empieza por leves gritos u calificativos aparentemente inofensivos y poco a poco, tanto nosotros como ellos, nos vamos acostumbrando a ese tipo de toxicidad.

Este capítulo te va a ayudar a reflexionar y a identificar tus puntos fuertes y débiles, analizar en qué momentos te puedes volver un rival de tu hijo o incluso agresivo... Y a prestar más atención a CÓMO dices las cosas, más que a lo que dices en sí.

“En vez de reproches o juicios, busquemos expresiones que les ayuden, que sean precisas, sin ambigüedades y adaptadas a su nivel de comprensión”, nos explica Jesús García.

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