10 septiembre. Monótona letanía
Fátima Miranda
ArteSonado
Festival de Alicante
Antes de comenzar esta crónica, conviene subrayar que Alicantissimo no juzga nunca a una artista ni personalmente ni en su trayectoria, sino el espectáculo que aquella presenta al público (más cuando la artista tiene el valor de subir sola a un escenario). En este sentido, es de sobra conocida la valía artística de Fátima Miranda, quien ha cosechado importantes éxitos también en Alicante gracias a su extraordinaria técnica vocal e imponente presencia escénica.
A su vez, debemos confesar que en Alicantissimo somos sumamente escépticos respecto de la voz "enlatada" incluso "amplificada", y más aun de los espectáculos musicales que incorporan proyecciones en pantalla.
Comentaremos, en primer lugar, que ArteSonado es un concierto espectáculo audiovisual que combina dos elementos en similares proporciones: de un lado, el canto y la interpretación de Fátima Miranda acompañada de polifonías vocales grabadas con anterioridad por ella misma; del otro, una serie de proyecciones efectuadas sobre el escenario.
Pues bien, la combinación de ambos elementos produce el tedio más absoluto en el espectador por diversas razones. En primer lugar, las referencias visuales (las proyecciones en la pantalla y los elementos que la cantante introduce en la escena) carecen de cualquier sentido o hilo argumental que transmita algo al espectador: gente caminando por un sendero, barcos en el mar, el rostro difuso de una mujer, una escalera de caracol, un tendal, pájaros, un alambre de espinos, una revista inidentificable...
En segundo lugar, la música es de una pesadez y una monotonía tales que llega a hacerse insoportable (la mayoría de piezas, como la nana "Diapasión", superan los diez minutos de duración) al no presentarse el más mínimo desarrollo o variación.
Además, la música enlatada tiene tal fuerza que llega a tapar la voz natural de Fátima Miranda de tal forma que podría pensarse que su voz es una más de las grabadas. Llegados a este punto, estimamos que se podría igualmente grabar la voz principal y prescindir de la intérprete en el escenario, puesto que su presencia no aporta nada relevante al espectáculo.
La suma de todos estos factores produce que el espectador no perciba ninguna relación entre los distintos números hasta el punto de que, si hiciéramos un experimento, y alteráramos el orden del acompañamiento musical de los ocho primeros números, creemos que nadie apreciaría la diferencia.
Por último, para rematar la faena, si nos permiten emplear una metáfora taurina, mediterránea, la artista se permite la frivolidad de modificar el tono trascendente y universal por el que transcurren los ochenta primeros minutos del espectáculo para, en un grave error de planteamiento a nuestro entender, concluir con un castizo zapateado humorístico vacuo una vez más de contenido alguno y desconectado del conjunto (y procedente de un espectáculo anterior según nos comenta un buen conocedor de la obra de la artista salmantina). Reían algunos espectadores, sin duda aliviados ante el sopor padecido y la promesa del final.
En definitiva, nuestra valoración de "ArteSonado" queda refrendada por el continuo goteo de espectadores que abandonaron la sala (el público siempre tiene razón) o las cabezadas de los que preferían dormir en la fila de delante a tenor de la letanía y las murgas que provenían del escenario.
Preguntado un solvente crítico musical a la salida sobre su parecer, éste opinaba que el espectáculo había sido tedioso y que, Fátima habría podido transmitir lo mismo en media hora. Insistiendo sobre si había sentido gozo estético, alegría, emoción, rabia o tristeza, su respuesta fue que no había sentido nada. En nuestra opinión, Fátima habría podido transmitir lo mismo en sólo quince minutos.
Esperamos que Fátima Miranda regrese a Alicante para emocionar al público con un espectáculo de otra naturaleza. En fin, escuchemos un fragmento sonoro de tres minutos de duración del número "Desasosiego" del espectáculo "ArteSonado". Queda al lector imaginarse noventa minutos así.
Nota: imagen de Xavi Miró, fotógrafo de la Organización.